Siempre digo que unos de mis lugares favoritos para escuchar
música es el coche, solo, a todo volumen, uno puede disfrutar con calma y
atención de las melodías, los detalles instrumentales, los puentes, el orden de
un LP o incluso una simple nota que se desvanece al final de un tema. Un tertuliano, un mal locutor de radio
formula (o de radio independiente) puede joderte el día camino al trabajo,
puede ponerte de una mala leche infernal que no haya dios que te aguante. Por
mi bien y por el bien de mis compañeros de trabajo, hace tiempo que intento
escuchar lo menos posible la radio por la mañana y aprovechar las horas que
Madrid nos “regala” en los atascos para disfrutar de la música. Al final, el coche se ha convertido en un pequeño
estudio de pruebas donde aprovecho para poner esos discos a los que no les
has dado una oportunidad como se merecen, o rescato viejos CDs en forma de
”revival”.
Una lluviosa mañana de miércoles de atasco en Madrid resulta
que un CD promocional abandonado en mi colección es el elegido para acompañarme
en el trayecto: se trata de un disco que recoge sonidos de Asia, sitares y
tablas tradicionales por doquier pero también alguna banda más moderna. Hay un momento
en el camino en el que esos sonidos asiáticos, mezclados con las
gotas de lluvia en el cristal del coche, me transporten a no sé muy bien donde,
de repente me doy cuenta de que no estoy en el coche, no estoy yendo al
trabajo, no estoy aquí. La tabla, el sitar, la relajación, veo todo con indiferencia, únicamente soy o estoy yo, todo y
nada, un momento en blanco, no sé donde empieza lo físico o donde termina lo
psíquico. Muchas cosas dejan de tener importancia y otras son las importantes, son
apenas tres minutos que me conectan con una música y con una forma
de apreciar las cosas, que si bien conocía, no había experimentado en su
plenitud. Y todo esto, sin drogas….jodidos Beatles como debieron disfrutar.
Llego a casa por la tarde, todavía con el recuerdo de la experiencia mañanera,
rebusco entre mi colección y me doy cuenta de que tengo muchos más discos de
los que yo pensaba con sonidos indios, pakistaníes, nepalíes…Así que decido hacerle
un homenaje a ese momento de tres minutos, me pongo a pinchar y me
sale esto. Espero que os guste y sobre todo que alguna vez también tengáis esos
tres minutos de lucidez gracias a la música.