Estoy atrapado en una celda. Junto a mi celda, mis compañeros en otras celdas que pueden ser del mismo tamaño, o no. A veces nos mueven, nos intercambian, o directamente nos suprimen, eliminan y borran. Y lo pueden hacer individualmente o en conjunto. Otras veces nos copian, nos pegan e incluso nos cortan. Sin embargo, se establecen enlaces entre celdas y los libros hacen que las relaciones entre nosotros sean directas y rápidas. Pero no sirve de nada. De vez en cuando un soplo de aire fresco nos rediseña la celda, nos la pinta por dentro y por fuera, incluso nos la enmarca. Parece bonito: es atrezzo. No sirve de nada. Se sufre cuando nos deshacen. De vez en cuando cunde el pánico porque actualizan los sistemas sin estar preparados para tanto cambio. Algunos son capaces de combinar nuestras celdas y construyen nuevas formas dinámicas que permiten quitarnos, movernos, sumarnos, medirnos y contarnos en un santiamén. Las formulas establecidas ayudan a buscar, concatenar y condicionar a los habitantes de las celdas. Los gráficos resultantes ayudan a entender, mejor dicho, a vender. Y dan visibilidad. O eso creen.
Aquí estamos. Atrapados en celdas: en celdas de excel que todo lo impregnan y lo dominan. Somos un número en una hoja de calculo, tan frió y tan desesperanzador. El mundo de la economía se mueve en hojas de excel que a veces saltan al powerpoint. Las decisiones se toman fríamente sin pensar que detrás de cada número hay una persona…o miles. Es triste, pero es así. La economía del “primer” mundo funciona así. Y cuando nos eliminan de un archivo buscamos otro. Hasta que llegue el día que reiniciemos todo. Estamos atrapados en celdas.
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